viernes, 5 de junio de 2009

Paulet el pionero

Se viene el Aniversario de la FIEE, hay que ir preparando la temporada. Seguimos con Pedro Paulet porque fue un genio y en la facultad pocos saben en qué magnitud lo fue. A continuación reproduzco por completo el artículo de Álvaro Mejía, su principal biógrafo, que recientemente estuvo en Francia para seguir investigando sobre la obra de nuestro impresionante compatriota.


Paulet el pionero

Por: Álvaro Mejía

A principios del siglo XX, el peruano Pedro Paulet (1874-1945) abrió las puertas de la que sería la llegada del hombre a la luna en 1969. El autor de esta nota, quien prepara una película sobre Paulet, es un investigador de la vida y los inventos de quien es considerado el pionero de la astronáutica y la era espacial.
Fantasía y ciencia. El niño Paulet lanzaba ratones en cohetes caseros. Julio Verne inspiró su sueño de llegar a la Luna. Paulet experimentaba con el rigor lógico y la precisión matemática que, decía Víctor Andrés Belaúnde, primaban en el colegio donde ambos estudiaron.



Por su origen humilde, Paulet, estuvo a punto de nunca ir a la universidad, pero el rector de la San Agustín, Luciano Bedoya, conocía sus dotes de genio y pidió al jurado que le tomara un examen, el cual aprobó entre aplausos. Luego, el gobierno de Remigio Morales Bermúdez supo de él y lo becó para estudiar Ingeniería y Arquitectura en La Sorbona, donde a fines del siglo XIX inventó el motor a reacción de combustible líquido. A inicios del XX, en Bélgica, diseñó una nave espacial, el Avión Torpedo. Verne aún vivía. ¿Se conocieron?

En 1903, los hermanos Wright hicieron volar un aeroplano. Paulet regresó a Perú seguro de que su nave era mejor. Pero se impusieron los aviones de hélice. Por esta razón volvería a Europa en busca del ambiente propicio para su invento. No lo hallaría tan pronto.

En 1927, el norteamericano Lindbergh logró volar de New York a París en treinta y tres horas y media. El austriaco Max Valier, en su artículo “De Berlín a New York en una hora”, propuso el modelo de una nave impulsada por cohetes para batir ese récord. El peruano Paulet difundió una carta en la que aseguraba que el avión-cohete que había diseñado tres décadas antes era mejor que el de Valier gracias a un ala delta pivotante con varios motores-cohete en la base. Con la punta hacia arriba, despegaría verticalmente. Al girar el ala, se desplazaría en forma horizontal. De nuevo en posición vertical, el descenso sería cómodo. El vehículo de Valier, que no contaba con un dispositivo como ese, necesitaría complicadas maniobras para volver a la tierra.

Pero el plato de fondo del proyecto de Paulet era su motor de combustible líquido, que podía funcionar durante más de una hora. El rumano-alemán Hermann Oberth había dejado claro, en su libro de 1923, Los cohetes hacia el espacio interplanetario, que los viajes al espacio serían posibles con motores de esa clase.

Oberth era el líder moral de la Sociedad para Vuelos Espaciales (Verein für Raumschiffahrt o VfR) Alemana. Valier era el hombre de la acción. Había publicado en 1925 El Avance en el Espacio, para difundir las ideas de Oberth entre la gente común y se convirtió en un líder de opinión en la materia. Dispuesto a pasar a la práctica, viajó por Alemania dando charlas para explicar su plan: probar cohetes en autos, luego en aviones y al final en una nave espacial; Valier buscaba adeptos pero sobre todo financistas. Halló uno: el fabricante de autos Opel.


La carta de Paulet había dado la vuelta al mundo en varios idiomas. En 1928, Die Rakete (El Cohete), el boletín de la VfR, daba cabida a su contenido y Valier escribía en su libro que Paulet “ha probado por primera vez que un cohete que usa combustibles líquidos, puede funcionar por horas, a diferencia de los pocos segundos de combustión que se logran con un cohete de pólvora”
. Era una manera de atraer al peruano, pues él y Opel ensayaban aún con autos impulsados por cohetes de pólvora negra. Apenas lograron una combustión de segundos, decidieron hacer presentaciones masivas. Una de ellas, el 23 de mayo de 1928 ante tres mil asombradas personas en un autódromo cerca de Berlín. El mismo día, Oberth defendía sus teorías ante la Sociedad de Ingenieros de Alemania.


El 24 de mayo, Paulet representaba al Perú
en el Centenario de la Sociedad Geográfica de Berlín. ¿Estuvo un día antes en el autódromo viendo la presentación de Valier? ¿O en el debate entre Oberth y el establishment científico alemán? ¿Se vio con los miembros de la VfR? Hay indicios para creer que sí. Como que en su informe posterior al congreso pedía traer científicos alemanes al Perú. Pero eso es todo.

La pasión por los vuelos espaciales crecía de la mano de Valier, que ya era un héroe popular. El cineasta Fritz Lang iba a filmar la película La Mujer en la Luna y pensó que sería buena publicidad lanzar el día del estreno un cohete de combustible líquido fabricado por Oberth.

O
berth no tenía habilidades de mecánico, así que su gran oportunidad era también un reto. Estaba distanciado de Valier pero ese año Die Rakete elogió el libro El cohete para transporte y vuelo, donde el ruso Scherschevsky, otro miembro de la VfR, dijo: “El advenimiento de la era espacial se hizo realidad con el desarrollo del motor a propulsión y de la nave espacial diseñada y construida por el peruano Pedro Paulet”. Oberth contrató al ruso para fabricar la cámara de combustión del cohete. Pero éste tampoco sabía de mecánica y no lograron nada que pudiera volar. Lang rompió el contrato.



Megan Paulet, hija del sabio, cuenta que la VfR quiso desarrollar su nave. Pero él se negó al saber que el mismo Hitler mencionaba una reunión en la que Valier le había pedido financiación para sus cohetes. Ese año, un adolescente que imitando a Valier había puesto cohetones a su deslizador y había terminado en prisión, entró a la VfR. Lo apodaban “El joven delincuente”. Su nombre era Wernher von Braun.


Aunque Valier siguió elogiando el trabajo de Paulet, ése fue el punto de quiebre. El austriaco construyó un motor de combustible líquido que funcionó mediocremente en las pruebas con auto. Paulet había mantenido en secreto la fórmula del combustible. Valier sabía que era cosa de probar. En una de esas pruebas, una explosión le quitó la vida. Su asistente, Arthur Rudolph, perfeccionó el motor y en pocos años sería parte de los científicos que secundaron a von Braun en el desarrollo de los odiados misiles V-2 en la Segunda Guerra Mundial.


Paulet siguió buscando sin éxito que el Perú financiara su nave. Murió en Buenos Aires en 1945, meses antes de que las fuerzas norteamericanas capturaran a Von Braun, Rudolph y los demás investigadores que después construirían para la NAS
A el Apolo XI y pondrían al hombre en la Luna.

V
alier fue enterrado con honores por su aporte a la cohetería espacial. Un cráter en la luna lleva su nombre. Pedro Paulet había hecho mucho más.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos desde la UNMSM...

Locazo esta historia.